Niebla's love

miércoles, 17 de abril de 2013

Ángel de la guarda


Al principio es un poco difícil acostumbrarse a estar muerto. Hay un instante casi imperceptible en el que tu alma deja para siempre tu cuerpo, pero vos seguís consciente de lo que sucede, sólo que lo empezás a sentir de otra manera. Es como si todo se volviera gaseoso y sin peso, vos flotás y mirás a la gente y ellos no te ven y ya no te duele nada y eso te alivia. Pero conforme pasan los minutos te das cuenta de que ya no podrás volver a hablar con nadie que esté vivo y eso te hace sentir angustia. Y ahí empiezan a aparecer los otros muertos, y es como cuando vos entrás a la universidad y te bautizan, te empiezan a hacer bromas y a burlarse de vos, te hacen preguntas que cómo te llamás, de qué te moriste y en qué trabajabas.
Siempre está el muerto bueno que te dice con qué tener cuidado, al que le caés bien por alguna razón desconocida. Está también el muerto que se cree jefe de todo y anda desfiando a todo mundo. Uno piensa que esas cosas se acaban con la muerte, pero depende de qué muertos anden por ahí, así te va a ir. Lo bueno, me decía uno de ellos, es que ya no te pueden matar.
Mi problema es que dejé cosas sin resolver al morirme, como le sucede a todos, creo. Pero yo no puedo dejar de pensar todo el tiempo en que debí haber sido un poco más buena gente. Es decir, sí, yo hice el bien estando vivo, pero con esa idea de hacer mucho dinero pues me la pasé ocupado. Me casé y fui un tiempo feliz, pero en verdad creo que me casé más para salir del paso, para que estuviera completa la foto y así poder seguir, como para poner un chequecito en la lista de cosas pendientes. Yo quería a mi mujer claro, pero no con ese amor de las películas. Ella me quería, había que ver lo triste que la pasó en el funeral, pero también ahí descubrí que me engañaba con mi primo Alberto.
Cuando me recuerdo del accidente siento que pude haber maniobrado mejor el timón y haberme salvado. Pero no se pudo, así que estoy ahora bien muerto y con asuntos pendientes. Los muertos con los que he hablado no me han dicho si uno pasa a otro estado o si se va al fin al cielo o al infierno como dice la religión. Yo siempre pensé que era un castigo o un premio demasiado exagerados para lo que hacemos en una vida. Es decir, un premio eterno por haberte portado más o menos bien en 35 años en mi caso. O un castigo eterno por haberte portado muy mal en ese mismo tiempo, quitando el período de la niñez, en donde parece que tenemos licencia para ser un poco crueles sin que merezcamos el infierno.
Pero bueno, ya estoy muerto, no tengo opciones de escoger nada, y no sé a dónde iré ni qué haré. Ahora me la paso el día viendo al Estuardito y me gustaría abrazarlo y ponerlo sobre mis hombros y decirle que a pesar de que tiene cara de mono yo lo quiero mucho. ¡Ah, cuánto se extraña a los seres vivos! Lo que no me parece es que ya le está empezando a decir “papa Alberto” a mi primo. Todavía no se termina de enfriar mi cuerpo en la tumba y ya la viuda al gozo. Eso no se vale.
Cómo me gustaría poder dormir. Es algo que hace falta cuando te morís, porque entonces te la pasás aburrido en la noche, todo mundo durmiendo. A veces cuando estoy en la cocina en la noche y oigo algún ruido me sigo asustando. A mí lo que siempre me dio miedo es que se entraran los ladrones a la casa y pasara algo. A veces me despertaba algún ruidito y me pasaba el resto de la noche prendiendo luces para que el supuesto ladrón que yo pensaba quería entrar a la casa, se diera cuenta de que alguien estaba alerta para que no molestara.
No puedo describir la angustia que sentí cuando efectivamente era un ladrón el que acechaba mi casa, una noche de lluvia. Yo pensaba que los ladrones no trabajaban en días de lluvia, así que me sorprendí al ver a aquel tipo entrando a mi casa mojado, con una linterna tapada con un papel negro para que no reflejara mucho. Sentí algo helado en todo mi espiritual cuerpo cuando ví que se dirigía al dormitorio de mi Estuardito. Pensé, este hijueputa lo va a secuestrar y quise con todas mis fuerzas estar vivo otra vez y defender a mi hijo. El maldito, que usaba un pasamontañas negro, entró a su cuarto. Yo pensé en por qué habrá escogido una noche de lluvia y no el día, cuando Estuardito iba al colegio o salía.
Empecé a desear con todas mis fuerzas estar vivo de nuevo y volver a morir si era necesario para evitar que le hicieran daño a mi hijo. Lo deseé con tal fuerza, con tal furia, que volví a la vida; volví a tener huesos y músculos y aparecí a la par de aquel maleante que se llevaba a Estuardito en brazos. No tuve tiempo para pensar en nada, sólo quería en arrebatarle a mi hijo al secuestrador. Tomé con todas mis fuerzas su cuello y no lo solté a pesar de las cuchilladas que me metía, su cara se puso roja y sus ojos un poco saltones y al fin dejó de respirar. Estuardito me reconoció y me dijo ¡gracias papi!, y me abrazó, llorando. Fue el abrazo más dulce de toda mi existencia, antes o después de muerto.
Nadie se explicó después cómo fue que el pequeño Estuardo venció al maleante, nadie le creyó que fue su papi quien lo defendió.
Desde esa vez nunca me he apartado de Estuardo. Lo veré crecer sin que él me vea, sin que nadie me vea. Todavía no entiendo bien cómo funciona este mundo de los muertos, pero me reconforta saber que estaré con él cuando me necesite, siempre.

Publicado por Niebla's love en 5:26 No hay comentarios:
Enviar por correo electrónicoEscribe un blogCompartir en XCompartir con FacebookCompartir en Pinterest

lunes, 15 de abril de 2013




A LAS 8


El chico en cuestión se llamaba Angel (no exactamente así, pero casi, obsérvese el significado del nombre: ángel). Tenía catorce años, y llevaba unos días en el hospital porque vomitaba todo lo que comía y tenía mucha fiebre. En pocos días de enfermedad su cuerpo se había estirado hasta el punto en que sobrepasaba los dos metros cuando lo metieron en la ambulancia, y tuvieron que flexionar sus rodillas en la camilla.
En el hospital le hicieron muchísimas pruebas buscando una causa. La madre sospechaba de un envenemiento, pero ningún médico supo decir qué tenía. ¡Sólo tenía catorce años y no había comido nada en días!. Su cuerpo no lo toleraba.
El ocho de abril de aquel año, su tía, nerviosa e impaciente porque los médicos llenaban a su sobrino de pastillas y no le curaban ni conseguían averiguar qué le ocurría, decidió irse del hospital y visitar al que fuera su pediatra durante años.
La madre salió a dar una vuelta por los pasillos del hospital mientras Angel hablaba con su hermano y la novia de éste.
- Me voy a morir.
- No digas eso, -le dijo la futura cuñada- aún tienes que venir a nuestra boda.
Cuando la madre llegó no quisieron decirle nada y les dejaron a solas. Angel tomó su
reloj
, puso la alarma y le dijo a su madre que dejara el
reloj
 sobre la mesilla. La madre se giró, y la alarma sonó.
En ese mismo instante a su tía se le bloqueó el volante en la misma puerta del hospital. Un
hombre
 que apareció de la nada le dijo unas palabras muy misteriosas, y acto seguido ella alzó la mirada y el tipo ya no estaba. El
hombre
 y el bloqueo del volante le hicieron reaccionar y salió rauda del coche para entrar de nuevo en el hospital.
Cuando llegó a la habitación, todos lloraban.
Al sonar la alarma que Angel había puesto a las ocho el día ocho de abril, su alma abandonó su cuerpo, y su madre lo supo desde el mismo instante en que oyó el primer pitido.

Publicado por Niebla's love en 5:23 No hay comentarios:
Enviar por correo electrónicoEscribe un blogCompartir en XCompartir con FacebookCompartir en Pinterest

martes, 9 de abril de 2013


La niñera 

Cuenta la historia de una mujer que llegó sorpresivamente a la ciudad. Alta, pálida y sonriente. Buscaba trabajo para poder sobrevivir, estaba escapando de una gran hambruna y pobreza de su tierra natal. Llegó a la casa de los Wilson. Una familia muy adinerada que vio que la muchacha tenía pinta de ser de confianza. La contrataron y ella cuidaba de sus cuatro hijos. Todo fue bien durante exactamente 3 semanas. Hasta que algo ocurrió. Una noche tormentosa en la cual los Wilson habían salido y los niños dormían, la niñera comenzó a escuchar ruidos extraños, golpeteos de puertas y ventanas, llamadas extrañas donde nadie respondía y el viento que silbaba fuertemente y la hacía sentir con mucho frío. Salió al jardín a tomar un poco de aire. Lo unico que se pudo deducir después de esa noche, fue un misterio para los demás. 
A la mañana siguiente los Wilson llegaron apresurados y encontraron a la niñera, con una parte de su cara en carne viva, ahorcada en uno de los árboles del jardín, con los ojos abiertos y amarillentos, mirando fijamente al tremendo vacío. De sus ojos se veían que habían marcas de lágrimas negras, ya secas y siniestras. Se llevaron el cadáver de la niñera ese mismo día y los Wilson abandonaron la casa, espantados por sentir la presencia de la muchacha en su hogar. 
Después de unos años, nadie se había atrevido a comprar la casa de los Wilson. Hasta que una familia la compró por el bajo precio en que se encontraba. Han declarado que no pueden bajar al sótano porque empiezan a sentir mucho frío, a sentir que hay alguien que los sigue a todos lados y han terminado por prohibir la entrada a aquel sitio. En el jardín, a las 3 de la madrugada siempre escuchan la misma carcajada excéntrica y macabra, la risa de la niñera. Se burla de la nada, sale de una boca invisible. Su espectro da vueltas por la habitación de los niños, se lamenta en porqué nadie le dijo que esa noche un psicópata altamente peligroso estaba suelto. Llora en silencio y su risa sin motivo se transforma en un grito de rabia. Gira el cuello, y la cabeza se le desprende como si fuera una muñeca rota. Vuelve a reír y se va, se desvanece... los niños no saben quien es la que no los deja dormir. Pero que se puede hacer... la niñera siempre busca a quien observar, alguna persona a quien espantar. Ya no le queda nada en este mundo. 

Publicado por Niebla's love en 5:28 No hay comentarios:
Enviar por correo electrónicoEscribe un blogCompartir en XCompartir con FacebookCompartir en Pinterest

lunes, 8 de abril de 2013

No habras la puerta

Hace 2 años, estaban en su casa, tan tranquilos, María, una señora de 40 años que se había divorciado recientemente, con su hijo pequeño de tan solo 8 años. Como era de costumbre María se tenía que ir todas las noches a trabajar, debido a que era una mujer con muchas responsabilidades (tanto en su trabajo como en su casa). Pero aquel día sería muy diferente al resto de los demás; ya que, cuando se encontraban cenando vieron en las noticias que un asesino en serie, muy peligroso y agresivo había escapado del centro penitenciario de la ciudad. Lo más grave de la noticia no era que este interno hubiese escapado, lo peor era que había sido visto pocas manzanas cercanas del hogar de la familia. Esto provocó la incertidumbre de María que al irse al trabajo tenia que dejar a su hijo solo en casa. Maria para prevenir desgracias cerró las ventanas, puertas, y le explicó lo siguiente a su hijo: No habrás ninguna ventana ni las puertas. Aunque llevo las llaves, por si ocurre algo, yo llamaré 3 veces seguidas al timbre o simplemente me reconocerás por la voz y entonces sabrás que soy yo. Llegado el momento, María se fue a trabajar y dejó a su hijo solo. Éste, lleno de miedo, cerró la puerta a cal y canto y se puso a ver la tele para relajar la mente. Al cabo de rato, el chico ya estaba dormido cuando de pronto llaman a la puerta. POM...POM....el chico se despertó y aterrado se dirigió muy despacio hacia la puerta y dijo: ¿Eres tú mamá? La respuesta vino con otra serie de golpes acompañados de un susurro escalofriante que decía: JABREME DA PUETA. El niño atemorizado huyó hacia su habitación donde se pasó la noche llorando y esperando a que llegase su madre, hasta tal punto que se quedó dormido. Al día siguiente cuando se levantó se dio cuenta de que su madre no había vuelto. Y aún con miedo se dirigió a la puerta que conducía a la salida de la casa y se encontró a su madre con las piernas cortadas (por lo que no pudo llegar al timbre), la lengua cortada (por lo que no le pudo reconocer la voz) y totalmente ensangrentada. Desde ese día este chico tuvo que estar hospitalizado en un psiquiátrico y no pudo dormir sin sufrir constantes pesadillas........ Y si os preguntáis por que sé, es por que, simplemente, soy ese niño.
Moraleja: Ten cuidado con todas las puertas que te encuentras por el camino. Algún día te puede suceder lo de este relato. Muy curioso y escalofriante.
Publicado por Niebla's love en 5:30 No hay comentarios:
Enviar por correo electrónicoEscribe un blogCompartir en XCompartir con FacebookCompartir en Pinterest
Entradas más recientes Entradas antiguas Inicio
Suscribirse a: Entradas (Atom)

Archivo del blog

  • ▼  2013 (4)
    • ▼  abril (4)
      • Ángel de la guarda
      • <!--[if gte mso 9]> Normal 0 21 ...
      • La niñera Cuenta la historia de una mujer que ll...
      • No habras la puerta Hace 2 años, estaban en su ca...
  • ►  2012 (8)
    • ►  diciembre (4)
    • ►  noviembre (2)
    • ►  octubre (2)

Datos personales

Niebla's love
Ver todo mi perfil
Tema Filigrana. Con la tecnología de Blogger.